martes, 8 de enero de 2013

Los Trastámara: De Enrique II a Enrique IV

Enrique II
A partir del 14 de marzo de 1369, después de ejecutar el fratricidio de Pedro I, tomó definitivamente las riendas de de Castilla y León. Enrique II  ya había reinado entre 1366 y 1367 en Castilla y León, al tener en aquellos momentos mayores apoyos y fuerzas que Pedro I.

Este rey castellano también tuvo una intensa relación con Toro ya que el mismo año de 1369 convocó Cortes allí y repitió la convocatoria de nuevo en 1371.

Entre ambas fechas, la historia nos cuenta que Sancho, el hijo mayor de Isabel de Sandoval con Pedro I, nacido en 1363, estuvo en prisión en el alcázar de Toro, donde falleció.

Antes de que todo esto sucediera, al poco tiempo de la muerte de Alfonso XI, Leonor, antes de su terrible muerte ocurrida en 1351, instigada por su contrincante María de Portugal, consiguió que Enrique contrajera matrimonio con Juana Manuel, hija del para entonces ya fallecido infante Juan Manuel, Señor de Villena y de otras muchas ciudades, el noble más poderoso del reinado anterior, autor del Conde de Lucanor.

Durante su reinado, Enrique II, tampoco se ocupó demasiado de la reconquista ya que tuvo varios enemigos cristianos que reclamaron su atención. Tuvo que luchar y derrotar a los aliados de Pedro I, primero a  Fernando I de Portugal y después al duque de Lancaster que estaba casado con la infanta Constanza de Castilla hija de Pedro I y María de Padilla. En su conflicto con los ingleses Enrique II mantuvo su alianza con Carlos V de Francia y ambos se ayudaron mutuamente;  los franceses lo hicieron en la lucha que mantuvo  Enrique contra el duque de Lancaster y Enrique puso a disposición de Carlos V la flota castellana, pieza fundamental en el asedio de la Rochelle, donde el almirante Bocanegra derrotó completamente a la escuadra inglesa.

Entre las aportaciones de Enrique II al reino de Castilla y León, después del violento reinado de Pedro I, hay que destacar su labor en la reconstrucción del reino, para lo que decidió proteger a los judíos y transformar la administración real. Todo esto lo  hizo convocando Cortes en varias ocasiones como las ya mencionadas que tuvieron lugar en Toro. Además, incorporó nuevos territorios al patrimonio real, pues a  la muerte de su hermano Tello incluyó definitivamente el señorío de Vizcaya entre el patrimonio real.

En cuanto a su descendencia, sabemos que con la reina Juana Manuel tuvo tres hijos y solo dos sobrevivieron: Juan I de Castilla, nacido en 1358 y Leonor (1362) que fue reina consorte de Navarra por su matrimonio con Carlos III. Al igual que otros monarcas castellanos tuvo muchas relaciones extramatrimoniales, antes y después de su matrimonio con Juana; al menos seis amantes aportaron al monarca no menos de una docena de hijos más.


Juan I:
Juan I de Castilla nació en 1358 en Aragón durante el destierro de su padre, cuando reinaba Pedro I el Cruel. Contrajo matrimonio en 1375 con Leonor de Aragón hija de Pedro IV, que le dio dos hijos que llegaron a reyes: Enrique III, rey de Castilla y Fernando I, rey de Aragón.

A la muerte de Leonor, se volvió a casar con Beatriz de Portugal, heredera del trono de Portugal, con la que no tuvo hijos. Los restos de Beatriz, reina derrocada de Portugal y reina consorte de Castilla reposan en el monasterio del Sancti Spirítus de Toro, ciudad en la que vivió desde el fallecimiento de su esposo Juan I de Castilla.

Sus matrimonios marcaron en parte su reinado, ya que el primero le proporcionó la amistad de Carlos III de Navarra lo que ayudó a poner fin a los conflictos entre ambos reinos y el segundo le llevó a vivir una época convulsa que acabó con una estrepitosa derrota militar (Aljubarrota agosto-1385).

El problema portugués comenzó por  la propuesta de la Corte portuguesa de realizar el enlace matrimonial entre el rey español y la princesa Beatriz de Portugal con el fin de  asegurar la sucesión al trono de Portugal, de Beatriz.  Fernando I de Portugal, que era hijo de Constanza Manuel, la niña con cuyo matrimonio con Alfonso XI no fue consumado y que después estuvo presa en el castillo de Toro, no tenía hijos varones de su matrimonio con Leonor pero sí con su amante Inés de Castro. En las capitulaciones matrimoniales  se estipulaba que a la muerte de Fernando I la corona pasaría a Beatriz, y su marido se intitularía rey de Portugal.

La muerte del rey Fernando I de Portugal tuvo lugar el 22 de octubre de 1383 y  Leonor, su viuda, conforme al tratado de Salvaterra de Magos y al testamento del rey difunto, se encargó la regencia y el gobierno en nombre de su hija.

La regente portuguesa procedió a proclamar reyes de Portugal a Beatriz y a Juan I de Castilla, pero en Lisboa y en otros lugares  se manifestó un rechazo popular en favor de Juan, el primogénito de Inés de Castro, la amante de Fernando I.

Juan I de Castilla adoptó el título y armas de rey de Portugal y entró en Portugal con su esposa para asegurar la obediencia en Portugal y los derechos de su esposa. La oposición a la regente Leonor y su camarilla afloró a finales de noviembre y a principios de diciembre se produjo el levantamiento de Lisboa, cuando el maestre de Avis  asesinó al favorito de la regente; el levantamiento del pueblo llano contra el gobierno se extendió con el apoyo de la burguesía, aunque  no de la aristocracia, que se mantuvo apoyando a Leonor. La reina Leonor huyó de Lisboa con la Corte y rechazó la propuesta de casarse con el maestre de Avis con para encargarse ambos de la regencia de forma conjunta. Ante las noticias de la venida del rey castellano, el maestre de Avís fue elegido defensor y regente del reino el 16 de diciembre de 1383. El maestre de Avís se postulaba como defensor de  los derechos del infante Juan de Portugal, primogénito de Inés de Castro (la amante del rey muerto) y pidió ayuda a Inglaterra. Leonor procedió a reclutar un ejército y pidió ayuda a su yerno el rey de Castilla. Juan I de Castilla tomó la decisión de controlar la situación en Portugal, y dejó en el reino de Castilla un Consejo de regencia y en enero de 1384 el rey castellano junto con Beatriz, emprendió el camino de Santarém ante la llamada de Leonor, la reina regente, para poder controlar la situación del reino. El 13 de enero, el rey Juan I de Castilla obtuvo de la reina Leonor, la renuncia a la regencia y del gobierno en su favor, lo cual hizo que muchos caballeros y un buen número de gobernadores de castillos se presentasen a jurar obediencia tanto a él como a su esposa Beatriz. Como quiera que Leonor tratara de conspirar contra su yerno, fue enviada al monasterio de Tordesillas, lo que alentó a la causa del maestre de Avis a justificar la revuelta alegando  que se había conculcado el tratado de Salvaterra de Magos.

Aunque contaba con la mayoría de la aristocracia portuguesa fiel a su causa, el rey Juan I de Castilla fracasó ante Coímbra y Lisboa y en septiembre de 1384, Juan I regresó a Castilla. Mientras tanto el maestre de Avis intentó apoderarse de plazas fieles a sus adversarios, consiguiendo algunas y fracasando en otras y convocó Cortes para marzo de 1385 en Coímbra y allí declararon ilegítima a  Beatriz y eligieron  y proclamaron al maestre de Avís como rey con el nombre Juan I de Portugal, lo que ocurrió el 6 de abril de 1384. Tras las Cortes, el nuevo soberano emprendió una campaña para obtener el control del norte del reino, obteniendo varias plazas. El otro Juan I, el de Castilla, entró de nuevo en Portugal por la ruta de Ciudad Rodrigo pero las derrotas que sufrió su ejército en mayo en Trancoso y sobre todo la de Aljubarrota, en agosto de 1385, supusieron  el fin de la posibilidad de imponerse como rey de Portugal. En Aljubarrota el desastre castellano fue absoluto, el rey huyó a Santarém y desde allí bajó el Tajo hasta encontrarse con su flota en torno a Lisboa. En septiembre la flota castellana regresó a Castilla, y Juan I de Portugal obtuvo el control de las plazas que aún le eran adversas.

Con la derrota de Aljubarrota volvieron del letargo las aspiraciones legitimistas de los descendientes de Pedro I el cruel: su hija Constanza y su marido Juan de Gante, duque de Lancaster, que se intitulaban como reyes de Castilla desde 1372, reinando Enrique II, que los derrotó en el campo de batalla. En esta ocasión, el duque de Lancaster se buscó aliados, ya que el 9 de mayo de 1386, Portugal e Inglaterra establecieron una alianza por el tratado de Windsor para promover las aspiraciones del duque de Lancaster. En julio de 1386 desembarcaron en Galicia Juan de Gante, su esposa y la hija de ambos, Catalina de Lancaster,  estableciendo su Corte en Orense. Juan I de Castilla reaccionó y convocó Cortes en Segovia para asegurar la defensa del reino castellano. Ante los escasos resultados de la campaña anglo-portuguesa y la pérdida de apoyos en Galicia, Juan de Gante y Juan I de Castilla negociaron un acuerdo a espaldas del rey portugués, el tratado de Bayona de 8 de julio de 1388, por el que Juan de Gante y su esposa renunciaban a los derechos sucesorios castellanos en favor del matrimonio de su hija Catalina con el primogénito de Juan I de Castilla, el futuro Enrique III, a quienes se les otorgó la condición de Príncipes de Asturias. Así quedaron unidas las dos ramas sucesorias de Alfonso XI y se instaurado el título de Príncipe de Asturias, que siempre ostentará el heredero de la corona de Castilla y luego de España. Enrique, hijo de Juan I, fue el primer príncipe en poseer este título, junto con las rentas inherentes, pues el territorio asturiano les pertenecía como patrimonio.

Juan I de Castilla, que tampoco tuvo tiempo para ocuparse de la Reconquista, falleció el día 9 de octubre de 1390 junto al palacio arzobispal de Alcalá de Henares, como consecuencia de la caída de un caballo que le habían regalado. Su muerte fue mantenida en secreto por el cardenal de Alcalá durante varios días alegando que estaba herido, hasta dejar resuelto todo lo relacionado con la regencia de Enrique III, menor de edad en esos momentos. Después, el cadáver de Juan I de Castilla fue trasladado a la ciudad de Toledo donde reposan actualmente.

Enrique III:
En 1388, con 9 años de edad, se casó con Catalina de Lancáster hija de Juan de Gante y de Constanza de Castilla, hija de Pedro I, lo que permitió solucionar el conflicto dinástico tras la muerte de Pedro el Cruel, afianzar la Casa de Trastámara en la corona de Castilla y León y establecer la paz con Inglaterra. En ese momento fue nombrado Príncipe de Asturias, siendo el primero en ostentar ese título que aún perdura hoy día en la monarquía española.

A la muerte de su padre, en octubre de 1390, fue proclamado rey y se inició un periodo de regencia que concluyó en 1393 cuando contaba 13 años de edad, momento en que se declaró su mayoría de edad, dando comienzo a su reinado efectivo.

Enrique III pacificó a la nobleza y restauró el poder real, apoyándose en la pequeña nobleza y desplazando a los más poderosos. Derogó privilegios concedidos por sus predecesores a las Cortes de Castilla, como la alcabala (impuesto sobre la venta de vino) y el derecho de asistir al Consejo Real. Impulsó la figura de los corregidores en las ciudades, saneó la economía del reino y disminuyó las persecuciones contra los judíos promulgando varios edictos contra la violencia. Enrique III el Doliente, que vivió en Toro durante su niñez, celebró Cortes en esa ciudad en el año 1397.

Durante su reinado, la flota castellana obtuvo varias victorias contra los ingleses. En 1400 envió una flota de guerra que destruyó la base pirata de Tetuán en el norte de África y en 1402 envió al explorador francés  Juan de Bethencourt a una misión que permitió la incorporación de las islas Canarias a la corona.

Con su salud afectada, en sus últimos años de su reinado había delegado parte del poder efectivo en su hermano Fernando de Antequera, que después sería el regente de su hijo Juan II, durante su minoría de edad.  No obstante, en 1406 reanudó la Reconquista,  iniciando una campaña contra el reino nazarí de Granada, que le permitió alcanzar una importante victoria en la batalla de los Collejares (1406), aunque no pudo completar dicha campaña porque le sobrevino la muerte el 25 de diciembre de 1406 en Toledo mientras preparaba una nueva fase para completar la conquista del reino de Granada.

Toro fue una ciudad importante para la corona durante esos años ya que Catalina de Lancaster, esposa de Enrique III el Doliente, residía en el monasterio de San Ildefonso, comúnmente conocido con el convento de Santo Domingo cuando nació su hijo Juan, el que sería rey de Castilla con el nombre de Juan II, el padre de Enrique IV, del infante Alfonso y de Isabel la Católica. El feliz alumbramiento tuvo lugar el 6 de marzo de 1405 y, por avatares del destino, al año siguiente, con un año de edad, se convirtió en el rey de Castilla al morir su padre. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario