martes, 8 de enero de 2013

Los cartaginenses y la conquista romana




En el siglo III a.c. Roma y Cartago pusieron su vista en la Península Ibérica y desarrollaron sus estrategias para seguir con su lucha por ampliar sus dominios con el fin de ser la potencia hegemónica en torno al Mediterráneo.

Entre el año 238 y el 206 a.c. fue Cartago quien tomó la iniciativa y fue ocupando amplias zonas de la Península, especialmente en la zona de la costa, gracias a sus generales Amílcar Barca, Asdrúbal y Aníbal. A través de Tito Livio podemos saber que Aníbal llegó hasta los territorios vacceos.                      

                         Distribución de la población en el s. III a.c.          
     Colonias de griegos y cartaginenses en la costa mediterránea

Los romanos, que tenían acuerdos con diferentes pueblos de la costa mediterránea, vieron como una amenaza la ampliación de los dominios de sus rivales y pactaron con ellos la firma de un acuerdo, el llamado “Tratado del Ebro”, que se firmó en el año 226 a.c. y por el que se fijaba como límite a la colonización cartaginenses la línea que marca el río Ebro.

Sagunto, ubicada al sur de esa línea, estaba ocupada por un pueblo aliado de los romanos y la decisión de Aníbal de atacar y conquistar esa ciudad fue el detonante de una nueva guerra púnica (la segunda 218-201 a.c.). Roma les declaró la guerra y envío sus legiones a Hispania. Al mando de Cornelio Escipión (el padre de Escipión el Africano), desembarcaron en Ampurias (colonia griega aliada) con la intención de frenar la ambición de los  cartagineses. Lo que no se esperaban los romanos es que Aníbal tomara la decisión de atravesar los Pirineos y los Alpes e ir a la conquista de Roma.

Ese  desembarco de los romanos en Ampurias fue el comienzo de la romani-zación de la Península Ibérica... (en el libro se desarrollará mucho más detalladamente todo lo que ocurrió en la Península y en la guerra púnica)

Acabada la conquista de la costa mediterránea de la Península y debilitados los cartaginenses tanto en Hispania como en Italia, los romanos decidieron dar el golpe definitivo a sus rivales y Publio Cornelio Escipión se traslado en el 204 a.c. al norte de África para conseguir su apodo “el Africano”, ya que fue él quien en el 202 a.c. derrotó a los cartaginenses en su territorio...

Continuando con la expansión de los romanos por la Península Ibérica, durante el siglo II a.c. se fueron extendiendo ocupando la mayor parte del sur y consiguiendo penetrar hacia el este en la zona central. El norte seguía fuera de su alcance o de sus objetivos. A mediados del siglo II a.c. tuvieron una feroz lucha con los lusitanos capitaneados por Viriato; fueron varios años, desde el 147 a.c. hasta que Viriato murió asesinado, mientras dormía, por tres de sus hombres que esperaban conseguir la recompensa que ofrecían los romanos por su cabeza; recompensa que no llegaron a disfrutar ya que la respuesta de los romanos a su pretensión fue contundente “Roma no paga traidores”.

Después de los lusitanos, los romanos se encontraron con la fuerte resistencia de un pueblo celta asentado en Numancia, los arévacos. Vencida la resistencia de Numancia, lo que ocurrió en el año 133 ac, siguió la expansión romana hacia el este. La historia nos cuenta que la zona del Duero donde está ubicado Toro siguió bajo dominio de los vacceos hasta el comienzo del siglo I ac. Entre los años 99 y 94 a.c. los romanos ocuparon toda la zona de influencia de los vacceos y años más tarde consiguieron acabar con la resistencia de los pueblos del norte, los astures y los cántabros, completando la romanización de la Península.

Los cántabros fue el pueblo ibérico que mayor resistencia ofreció a los conquistadores romanos. Tuvo que venir a la península el mismísimo Octavio a finales del año 27 a.c. para dirigir la lucha contra los cántabros...

En lo que respecta a Toro, los romanos se asentaron en la zona y aunque no han quedado demasiadas huellas del poblado que pudieron haber construido, al que casi con total seguridad dieron el nombre de “Octo-durium”, otero del Duero, allí construyeron un puente sobre el Duero, en el mismo sitio que ocupa el puente románico actual. Del puente romano original fueron utilizados ubicación, diseño y algunos sillares al consruir, entre los siglos XII y XIII, el magnífico puente románico actual, que aún hoy sigue facilitando la movilidad entre las dos orillas del Duero.

Desde el 19 ac hasta el 409 dc, fecha en la que se produjo la invasión de los pueblos bárbaros, se vivió un largo periodo de paz que permitió el desarrollo de las comunicaciones, a través de las calzadas romanas, entre las diferentes zonas de la península. Hispania, como  provincia del Imperio Romano, dejó de tener historia política propia y fue una pieza más en el rompecabezas romano y en las diferentes luchas por el poder que surgieron a lo largo de los siglos entre las élites romanas. 

                                       Calzadas romanas


No hay comentarios:

Publicar un comentario